El Sexto Viernes de Cuaresma, el Viernes de Dolores es una tradición de gran devoción y un objeto de veneración especial en la Ciudad de Oaxaca. Se rinde culto a la madre de Dios, colocando un Altar en el mejor lugar de las Iglesias casas u oficinas. Esta tradición arranca desde la época colonial, y más ciertamente desde cuando los Padres jesuitas consagraron una espaciosa capilla de su templo magnífico a la Virgen de los Dolores, tributando culto solemne a la imagen. Después la devoción se fincó en el Patrocinio y en San Cosme y San Damián, donde hasta la fecha perdura.


Tradiciones oaxaqueñas

Los Altares de Dolores se preparan con anticipación desde la siembra del maíz en macetas de barro claro; figuras de animalitos trabajados en arcilla porosa para que germinen los granos de chía, depositándolos en todos los lugares cerrados a la luz, para que muestren una singular coloración y con los que se adornan las gradas del altar bajo un dosel de cortinajes.

Toda la gente acude en la víspera del Viernes de Dolores, a adquirir sus flores y los manojos de laurel de álamo y de óleo y otras ramas de fresco perfume que se expenden en las calles de la Ciudad. En la Alameda de León se formalizó al correr del tiempo, todo un paseo en que las mujeres acuden, mientras un grupo de música deleita a la concurrencia. Ha quedado la grata costumbre de participación de la Banda del Estado, que desarrolla un programa selecto sin faltar en la parte culminante la interpretación de dos o tres números del "Stabat Mater" de Gioacchino Rossini, y el también "Stabat Mater" de Juan Matías cuya partitura pone la nota característica en la uncida noche del Viernes Santo.

Son muy famosos los altares que se instalan en los barrios de China y el Peñasco, Xochimilco y Jalatlaco, donde las familias "echan la casa por la ventana" en apasionada competición.

Es tradición que toda la familia y amigos se reúnan para admirar el Altar de Dolores, ante el que llagada la noche se reza devotamente el rosario y se cantan los "misterios", bellas piezas compuestas por compositores oaxaqueños. Al término, los concurrentes disfrutan de sendos vasos de aguas frescas de horchata, jamaica, chía, etc. Y en muchos se ofrecen chocolates y pan de manteca; o se sirven bocadillos hechos a base de pescado u otras viandas de "vigilia".

Investigación: Guillermo Villa Castañeda, "José María Bradomín", cedida a la Asociación Folklórica Oaxaqueña, A.C.

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